"...tengo una alfombra de jornadas y el tiempo hecho pelusa, de tanto enredarse en esa sensación pegajosa de la nada."
Comentario poemado de Noviembre 2008, escrito por J. de la Vega Z+-----[Poemas bajo tu balcón]


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Caverna feisbuk: Citas, #ElOtroQuijote

8 Octubre 2013

#ElotroQuijote
No soy gran amigo de las citas, excepto de las mías, humildemente.

Pero si las uso, me esfuerzo en que sean correctas y suelo indicar el autor y discurso o texto donde fue escrito (la anterior cita no es mía); porque una buena cita, es como una 'tapa' (gastronómica), regala el paladar e invita a comerte el plato que la inspira. (cita mía, esta sí.)

En FACEBOOK, hay tal porcentaje de citas, enmarcadas, retocadas, tuneadas, ensartadas, floreadas,
amputadas, malogradas, descaradas... que la red social, debería cambiar su nombre y retitularse QUOTEFOOL, en español ambas traducciones, el nombre real y el sugerido, no merecen ser citadas.
(en inglés: blog imprescindible ante la duda: http://quoteinvestigator.com/)

Hay un personaje, que es recurrente en la paraliteratura feisbukiana e internáutica, Don Quijote; y son tantas y tan ajenas o malas citas que le citan, que flaco favor le hacen.

Por otro lado, y por el hecho de ser un personaje, no existe ni la duda en lo que dijo, ya que no pudo decir más de lo escrito en su nombre. Lo cual me lleva a pensar que los que invocan su memoria o su ingenio con citas falsas, incluso eso tan simple desconocen. (Tan bien es verdad, que asumen, que la mayoría no buscará en la obra y basta que suene a quijotesco, para que otros las reciten.)

Por suerte encontré esta página, que se dedica a enderezar tuertos, y explica a quien quiera cultivarse los muchos que andan ciegos.

Nota: sobre el mural con cita, les explico, porque en todo el Quijote y en su segunda parte, no aparece ni una sola vez la palabra "utopía" así que si la encuentran, con seguridad no duden y afirmen, que la verdadera utopía sería que lo lean tantos como le citan, también erróneamente. (fin de la cuita)

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Segundo folio - Capítulo LXXV Donde se cuenta de cosas sucedidas y acontecidas en el famoso y nunca visto entierro de don Quijote.

Dice mi vecina mora, que en el margen siniestro del segundo folio se puede leer una nota caligráfica diferente, que se refiere al capítulo, y parece ser firmada por la pluma del verdadero autor Cide Hamete Benengeli, y que explica, que “siendo como es, la causa el motivo del efecto de lo que acontece, a veces, como en este extraordinario capítulo, nunca antes imaginado, quiso Alá que fuese el efecto causa nuevamente.”

Le pregunté intrigado a mi poderosa morita, mirando sus rosados labios, como podía saber ella, que aquella escritura correspondía a tan enigmático personaje, y me explicó que al final de cada nota, firmaba con su nombre, encabezando la rubrica con el sobrenombre “el verdadero”, de este modo: سيد همت ينينجالي Shyh

Lo extraño era que su nombre propio se lee transcrito al árabe y “el verdadero” a grafía latina del árabe, todo eso me aclaraba mi vecina, y más cosas que demostrarían su talento y dominio paleográfico, en sus particularidades, estilos, abreviaturas, como su capacidad para descifrar anagramas, lipogramas, nexogramas o ideogramas..., en cuanta variedad conocida de textos bibliográficos, procesales o epigráficos, aunque su dominio por mí, se establecía cuando de su boca el aire respiraba y al inhalar su pecho hinchaba y yo veía.
¡Cuánto goce, en el segundo folio de éxtasis colmado! pues en alargada folia, ella y yo contentos y agotados.

Así que considerando la nada clara aclaración de Cide Hamete, la historia continúa de este modo:

Llegáronse al camino el cura y sus amigos, acompañados por una nutrida comitiva de la aldea, encabezada por zagalones y zagalas, que siendo la curiosidad tan fuerte o más que el miedo, y por demás complementarias, serían ellos los primeros amedrentados, ya que lo descrito por Sanchica era una estampa que en la Mancha nunca vieron.

Curtido estaba Sancho de representaciones dantescas, y presenció
con los Duques más de las que su gusto recordar quisiera, sin embargo, admirose sobremanera de lo que encontraron al paso, y mucho más lo hicieron el resto de aldeanos, que ya murmuraban entre dientes: ¿brujería o milagro?; qué en esos misterios de lo extraordinario, la línea es fina y solo el juez humano la traza o la entreteje.

Intentaba el señor cura, buscar razonable explicación al centenar de negros de gran
tamaño y desnudos de torso, que distribuidos en dos filas paralelas bordeaban el camino del arroyo, cada uno con un hacha encendida de considerable llama.
En el centro, doncellas africanas, con enaguas bordadas o pieles que cubrían hasta la rodilla o menos, pies descalzos e igualmente torso, dejando así los pechos a la vista de ojo, que aunque fuesen de color del ébano, igual provocasen evitar la mirada que buscarla, porque parecían clásicas venus griegas, pero en obsidiana, en su gran esplendor y tersura puntiaguda,
además, lucían en sus cuellos y extremidades, ricos abalorios nunca vistos, de tal colorido y detalle, que fuesen sin considerar su exotismo, propios de la corte de la Reina Médici de Francia.

Más asombro causaba el ver a cuatro africanos que portaban al hombro, un trono de maderas nobles ricamente talladas, y sentada sobre él, una dama que
por ceñir corona en forma de cimborrio, confeccionada de oros, rubíes y plumas, su reina se intuía; y era ella, blanca y rubia que deslumbraba, aunque se notaba bronceada en la piel expuesta, que no fuese poca, ni con ello propio de castellana pudorosa; pero su alunado desnudo estaba tan suntuosamente decorado con pinturas, filigranas y joyas, que a pesar de haber visto algún lienzo en palacios, de diosa o ninfa, retratadas por los clásicos, nunca imaginó tanta voluptuosidad ni hermosura en hembra humana, y era por ser carne, que no óleo, el marco más grandioso y admirable.

Terminaba la comitiva principal con una banda de músicos que con tambores, grandes y pequeños, conchas, calabazas que soplaban, tañían, sonaban o golpeaban, marcaban al unísono un ritmo inquietante y compulsivo, azuzando el paso rápido del cortejo con algarabía que era también acompañada con bailes y cantos bien entonados a varias voces todas ininteligibles, puesto que solo cantaban en cristiano, cuando recitaban la lira memorizada por la hija de Sancho.

A una distancia de cien pasos o más, eran seguidos por otra más grande compuesta de carros, caballerías y avituallamiento, donde algún caballero y dama europeos se veía, otros moros y moras, y el resto africanos negros todos, pero más de uno y una vestidos con galas y trajes de cristianos.

Arrastraban, bueyes y mulos, grandes jaulas, con exóticos animales y fieras salvajes, que llenaban los aires a destiempo con gritos, rugidos y bramidos pavorizantes.

Sancho tembloroso en sus carnes y dos pasos por detrás del bachiller Sansón Carrasco, murmuraba o tiritaba, que no era clara diferencia para los que le escucharan, -Ay mi Señor Don Quijote, que priesas se dio en abandonar este valle de lágrimas, que más me pagó con su presencia que con sus reales y así me acostumbré a su templanza y vigilias, que fue todo en beneficio del sueño mío, y ahora ya solo sin su brazo, mucho desvelo y temor de Dios me acompañan.

Pero de la compungida murmuración pasó al grito, con tanto salto, presteza y alegría, que parecía que había visto a su mismísimo amo cabalgar de nuevo.

- ¡Vivan los santos del cielo y de la tierra y la diosa fortuna! ¡qué es mi Señora la princesa micomicona!, y que me salten un ojo o los dos, si me falla la vista, que solo la poca ropa que lleva la oculta, y la descubren sonrisa y fermosura mayores que el recuerdo arado en mi memoria, y así nos la regresa el cielo portada en parihuelas por ángeles negros y a sus pies vírgenes morenas y verdes como olivas.

Fijose en los tobillos y pies, el señor cura y miró al bachiller, que se ruborizó de seguido, y dirigiéndose el cura con paso decidido al cortejo, se silenciaron e inmovilizaron todos y se le cruzaron enfrente dos altos negros, al verlo llegar al trono de la elevada Dama.
Pensó el cura el tratamiento a usar, y concluyó que no sería propio llamarla Dorotea con semejante séquito, y que mejor sería usar como Sancho la recordaba, el gentilicio de su inventado reino de África.

- Bienvenida a nuestra aldea que es suya, gran señora y princesa Micomicona, que no teníamos noticia de su llegada, para recibirla con los honores que su alteza merece, y aunque anunciada fuera, mal día sería para la fiesta de su regreso, por ser hoy una tarde de gran luto en nuestras casas y corazones, ya que el honorable caballero andante y amigo nuestro, y que libró su reino, de feroz gigante, está siendo velado en su lecho de muerte, a espera sólo de cristiana sepultura.

Uno de los negros que le franqueaban el paso, a un brazo de distancia y diez cabezas de altura, habló en perfecto castellano pero con extraño acento.

- Mi señor cura, llámanla princesa Micomicona en estas tierras manchegas y sus textos de caballerías, pero sepa que se dirige a la princesa del Manicongo, según se refiere dicho reino tanto a los reyes y dirigentes, como a nuestra nación, así conocida por extranjeros, navegantes y embajadores del reino de Portugal, las Españas, Europa y Asia, e igualmente ha de saber vuestra excelencia que nuestra Señora es la actual princesa de Matamba, Kongo, Loango, Cacongo, Ngoye, Ndongo, Angola y otros, aunque se le rinde pleitesía con muchos y variados nombres, como son el de princesa Nzinga de Mdongo y Matamba, de apellido y estirpe Mbande, también conocida como Jinga, Singa, Zhinga, Ginga, Njinga, Njingha, Ngola Nzinga, Zinga Zingua, Nxingha, Mbande Nzinga, Mwene Njinga Mbande, bautizada católica y romana como Doña Anna de Sousa, siendo en orden sucesoria nuestra futura reina kikongo, Reina de Andongo, Angola y Congo y embajadora para ustedes de Luanda.

- Mi Señora Micomicona, admírome como hablan sus esclavos, que jamás he oído cosa tan de corrido, siendo tan difíciles vocablos y nunca oí desparpajo igual ni en licenciados de Salamanca, pero, con tantos nombres dígame su alteza ¿cómo llamarla?, que no quiera inventar el de Dorotea para sumarle.

Tomó el otro gran negro monicongo la palabra diciendo - hasta su aldea señor cura solo pasamos por la Pontificia Universidad de Osuna, que además de puerto, es mar de sabiduría, y así tuvimos gusto en conocer a su excelentísimo señor Rector Magnífico, Don Pedro de Ojeda, descendiente de Don Alonso de Ojeda nominador de Venezuela, descubridor del Maracaibo y Gobernador de Nueva Andalucía, aquel hidalgo y conquistador singular, salvado por Juan de la Cosa y criticado por De las Casas; y en esa famosa Universitas compuse este soneto en hexámetro castellano, para mejor ilustrar, mientras platicaba con los profesores de Derecho y Teología, la injusta y tremenda toma por la fuerza de lo ajeno, que si fuese llamada Dorotea o Kongo, pasó a ser Dorada y Fea, cuando confiada era ultrajada en la palabra desleal de cristianos caballeros.

Gustan los blancos creerse en el centro de un mundo cerrado
pálidas pieles que queman buscando caminos y mares
grandes naufragios con vidas sufridas temor y pesares
roban esclavos y tierras que cambian en libre mercado.

Usan de fuego en sus hierros disparan al hombre asustado

violan mujeres e igual que a unos perros nos atan collares
queman aldeas y embarcan en naves en Congo a millares
hago soneto denuncia pues llanto en cuarteto es sobrado.

Libres servimos a nuestra princesa y honramos quijotes
nadie nos pida cargar a los hombros cadenas ni palos

sabia poesía inspirada separa a salvajes de zotes

nunca verán en el juicio final el color de los malos
solo serán por sus actos medidos y no por sus dotes
digna justicia que en vida Quijote sembró con regalos.

Quedose sin sermón el cura y trastornado, pues no era capaz de asimilar, entre tanto pie dáctilo y espondeo, las historias referidas, por inesperadas y tremendas.

Al verle en ese estado, añadió la princesa con su siempre bienvenida discreción y gusto en la mesura - La verdad es, mi señor cura, que libero esclavos y no los
hago, y que los integrantes de mi séquito, no son siervos sino artesanos de las artes y excelsos poetas amantes de la metáfora y el circunloquio exquisito, pero siéntase servido que le servirán en lo que guste y todos libremente, pues para eso vinieron, y llámeme Doña Ana, mi señor - siguió añadiendo Dorotea desde su trono, - y no se espante, mi querido valedor de doncellas perdidas, que en igual camino del arroyo hoy me encuentra, y no por extraordinario, deja de tener todo explicación y muy verdadera, igual que la tiene mi llegada en la tarde de hoy, para honrar la muerte de mi héroe Don Quijote, y así antes del entierro tendré tiempo de dar segura respuesta a las preguntas que se hace, pero ahora no veo la hora de velar el cuerpo de mi caballero andante y llorarle como merece, tan pronto como de su mano usted me lleve ante su lecho.

Diciendo eso, bajaron de los hombros que lo portaban el trono y descendió Doña Anna de Sousa, la Manikonga, princesa de Matamba, antes Micomicona y al nacer llamada Dorotea la hermosa.

- Mi Señora princesa Doña Ana, tome mi mano, vayamos presto, en compañía de su viejos amigos y servidores todos, que tiempo es de regresar a la aldea y seguir la plática más tarde, que en verdad debe ser de admirar y afortunada su nueva vida e historia.

Y así se reunieron, Dorotea, el cura, Sancho, el bachiller y el barbero, esperaron por indicación de la princesa a una dama también vieja conocida que resultó ser la mora cristiana Zoraida, y que apareciendo veloz desde las sombras con unos vestidos y hatos, reverenció a los presentes y tomó la mano de su amiga y de este modo marcharían todos juntos a la casa de Don Quijote.

Habló en el paseo hasta el velatorio, con mucha vehemencia Sancho, del júbilo que le causaba la presencia de su Señora, y pidió disculpas sentidas a la princesa Micomicona, por si alguna vez dudó de su categoría, que por ser él tan porro, según le explicó su llorado amo, maestro de su intelecto y látigo de su ignorancia, recordaba en otro modo que le dijo, que solo los muy necios como él, no saben diferenciar un sapo de un buey, un cornado de un macho, una bestia de un mulo, ni una acémila de su vecino, que así le gritaba su vecina a su vecino entre gritos y golpes.

A lo que respondía la princesa, comedida en la sonrisa por evitar romper el duelo de tristeza, que razón tenía en no diferenciar sapos y otras bestias de hombres, pues sabido era, que hay reyes que salen ranas y sapos que se transforman en los labios que los besan, como lo hace a color morado, los ojos que son tratados con dureza.

Entrando en la casa del hidalgo, Zoraida y Dorotea, ahora la princesa Ana, se dirigieron a un aposento para ataviarse del luto requerido y velar al muerto.
Ni que decir tiene que causaron gran impacto al llegarse al cuarto del difunto, con admiración de las plañideras y vecinos, porque el hábito no evita que sea reconocida la belleza y la imponencia.

Ofrecieron con cortesía y ademanes de grandes señoras el pésame a la sobrina, que también a su ama, y viéndose ésta, tan reconocida, lloraba con más fuerza si cabía, aunque sin encontrar lágrimas porque no le salían.

Al acercarse al lecho de Don Quijote, lamentaron que solo llevaba la camisa de cama, y preguntaron al ama y pariente, si le habían lavado y pensado en mortaja para su señor y tío, pero al ser la respuesta negativa, fue a preguntar Doña Ana al cura por el hábito de hermandad a usar para su amigo, y así fue a solas y en detalle informada de las dudas al interpretar el testamento antes de su llegada.

Tomó la iniciativa Dorotea y mando pedir agua y paños para asearle y después adecentarle en la noche de vigilia con una saya bordada en blanco y oro, sería en la mañana amortajado con honores y armadura quijotesca antes de meterle en ataúd abierto, y llevado a la parroquia para misa, que cuando cerrado, acompañado al cementerio para enterrarle bajo una gran y señorial lápida y cruz, que ya estaban labrando sus maestros escultores monicongos.

Asintieron los albaceas y amigos, además de Sancho, que observaba admirado del poder de su señora la princesa Micomicona, a quien cada vez que podía, le besaba las manos.

Quedáronse a solas en la habitación del difundo, Dorotea, Zoraida y ama, despojando entre las tres al muerto de camisa, y en haciendo eso, observaron a la luz de las velas solo huesos y pellejos en la triste figura del cadáver del Quijote, que de tan seco, una momia incorruptible pareciera, ya que ni olores ni malos humores de su cuerpo percibían, tanto, que podía decirse sin confusiones que olían más los vecinos y los vivos que esa tarde aparecían.

En el proceso de aseo de su amo, el ama tuvo que salir al sentirse indispuesta y perturbada, pues lo que creía pierna no lo era, y fuese al contrario admiración de cualquier dama si en la noche de bodas la cogiera.

- Salga Ama, a tomar el aire, y descanse un poco - la excusó la princesa, que en diálogo de ojos con Zoraida, entendieron el caso - Válgame el cielo que nos asista- Dijo Dorotea a su amiga- que bien justo es hacer hijo adoptivo a Don Quijote de mi reino africano, pues muestra méritos sobrados para ello, y desdichada fuese Dulcinea que se perdió su enorme y dulce encanto - finalmente suspirando añadió- platónicos amores pero también irónicos por castos y por ciegos.

- Mire atenta la cosa, mi Señora Ana - replicó Zoraida con experiencia mahometana- que siendo pellejos nuestro Don Quijote, le faltan todos donde el gusano crece alado o la oruga mariposa.

Abrió ojos de gran asombro la princesa Ana y terminó cerrándolos con unos versillos:

Mariposa emperador, que no polilla,
robáronle aquella seda que la oculta,
y si nadie la observase en larga vida,
seamos ambas discretas como tumbas,
llegadas a tal sensible punto o punta.

Así que, ayúdeme amiga y pongámosle calzones y luego saya, que será ejemplo de cristiano en la mañana y el mejor católico y caballero andante de la Mancha pues fue tallado en ella.


Una vez lavado y bien dispuesto para las siguientes horas, dieron paso a los que esperaban fuera de la estancia y llegaron todos los vecinos que faltaban y de otras aldeas y pueblos, que solo el señor cura conocía, y así terminaban de ofrecer condolencias a la sobrina, también se inclinaban ante la princesa, para después de exaltar las bondades de Alonso de Quijano el bueno, marcharse de la hacienda con la tripa llena.

Seguían los rezos y pláticas en velatorio al fresco, sentados en sillas y bancos que trujeron a la plaza, que mucho se habló de todo y con denuedo, aumentando en el tiempo más la plática que el rezo, porque no pararon de llegar de todos los caminos, forasteros y grupos de personas principales que habían sabido de un rico entierro, pero también para la ignorancia de tantos, de la muerte de un andante caballero, llamado Don Quijote de la Mancha, que resultó ser su Quijano el bueno.

Muchos comían, nadie dormía, pues era todo estruendo en las calles de la aldea, ya que sumose a los cánticos tradicionales y músicas aldeanas de vigilia, el tañir
periódico del campanario, que con la llegada del séquito principesco, era un acabar de unos el empezar de otros y cada media nueva hora, nuevos campanazos y tamboriladas.

Los negros monicongos hicieron fila de hachas y cirios que no dejaron de arder en toda la noche, manteniéndose rígidos como estatuas verdaderas, y así alumbraron desde la casa de Don Quijote al cementerio; y tal admiración causaba el verlos, que iban y venían grupos de paseo que repetían el camino observando a los africanos, y en acabando ese periplo se andaban al campamento de las fieras, a distancia prudente, para oírlas y verlas comer cabritos vivos, como las costumbres prodigiosas de aquellas gentes en la noche frente a los fuegos.

En sabiendo de este entierro de primera, la parroquias vecinas, llegaron con todo su clero y también los conventos regulares de la zona, pues daban por cierto que la rica princesa de las áfricas, pagaría con gusto los aranceles establecidos en 60 ducados por entierro y añadiría ricas dádivas por las misas añadidas, gastos de cera, acompañamiento y doble.

continúa en el folio tercero.

J. de la Vega Z+






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Folio 1- Capítulo LXXV Donde se cuenta de cosas sucedidas y acontecidas en el famoso y nunca visto entierro de don Quijote.

Sentados en la cocina hablaban los albaceas, y habían sido requeridos por el señor cura para mejor opinión sobre un asunto delicado tanto barbero como Sancho, el cual con ánimo descompuesto se sentó cerca del hogar con el rostro entre las manos, pero pronto animado por los olores de la olla podrida, despuntó instintos y extendió el brazo hacia el cazo que servía para servirla.

Cuestionaban la cabeza del testamento, que una vez reparada en ella y cavilada, le ofreció gran duda y desasosiego al cura, porque es allí donde con católica voluntad se hace protestación de fe, encomendación del alma, señalización del lugar de sepultura, hábito mortuorio y número de misas a celebrar la salvación.

Y en leyendo para sí mismo con dificultad lo escrito por el escribano y solicitado por el bueno de Quijano antes de su muerte, al llegar a cierto punto en voz alta dijo:

amortájenme con el hábito de la orden que profesé y por la que ofrecí mi espíritu, como hiciesen con los de Calatrava, Santiago y Montesa, aunque desaparezca la mía conmigo por ser humilde hidalgo y pobre como aquella de la Banda ya olvidada”.

Rogaron la lectura de nuevo, y al bachiller Sansón Carrasco que les diese cuenta de las órdenes mencionadas, que él bien todas las conocía y después mantuvieron el silencio pensativos, mientras Sancho comía y de buen seguro que discurría a dos carrillos.

- Si algo entendí de lo escrito, y poco sé de órdenes tan católicas- habló el barbero a media voz para no ser oído más allá de las puertas- lo que pidió don Alonso, qué el Señor le tenga en su gloria, fue el ser enterrado con armadura de Quijote y bacía de cirujano.

- Si así se interpretase, no sería cristiano, que así fuera, aunque escrito lo pareciese, increpó el cura, ya que nuestro difunto disfrutó sus últimos días de cordura y renuncia a lo que fuere en mala hora, además, una saya de franciscano, vestiría la dignidad propia de un buen hombre y su buen nombre; que bien sería para el recuerdo de los suyos y para el gusto de la santa madre iglesia y de la aldea.

Sansón Carrasco, añadió recordando las palabras de su amigo en el lecho de muerte, - también fue su deseo último, el no dar pie a nuevos Quijotes merodeando los caminos, que ya los hay en malas copias e impresos en las verdaderas, y enterrando a Alonso de Quijano en armadura de Quijote, ambos descansarían en paz, cuerpo y locura, reposando la tierra de la Mancha sobre ellos, la misma donde nacieron, que siendo dos fueron uno, y tener cristiana sepultura y epitafios, calmará futuros duelos y memoria histórica.

Razón tiene el Bachiller - dijo Sancho aún relamiéndose una cucharada de la olla - que verdad fue el caballero de la triste figura como su escudero, y solo las verdades van lejos y vuelven, como nosotros regresamos, prueba soy dello.
Y por ello y en mesmo cuerpo y modo, debiese descansar en campo santo mi señor don Quijote, con las armas a las que tanto brillo dimos y tanta penitencia ofrecióles, que cavó con ellas su propia tumba por el bien de los desfavorecidos, y que solo la desproporcionada lucha con el caballero de la Blanca Luna y la mala atadura de unas cinchas, hundió de rodillas a un gigante; maldígole yo mil veces al reatador y allá donde se halle tenga suerte más clisada y menguante que la que provocó a mi Señor.

Empalideció el Bachiller con las palabras de Sancho y por un largo momento tuvo que tomar asiento, acudiéronle el cura y el barbero que eran sabedores de la treta que retornó en vida a su paisano y en agonía de muerte al caballero andante.
Diése cuenta Sancho del estado de Sansón Carrasco y añadió - no se decaiga vuesa merced en melancolías que lo triste no es visitar el cementerio con el muerto sino quedarse.

Entró en la casa del difunto a gritos Sanchica, como si la persiguiese el mismísimo demonio, con el rostro tan descompuesto y los hábitos tan revueltos que pareciese verdadero que la siguiese.
No pudo frenarla ama ni sobrina que velaban y lloraban el cuerpo y fueron vecinos con dificultad quienes la sujetaron, porque habían acudido a la casa del hidalgo en cumplimiento de condolencia, con abundantes viandas desde el mismo instante de su último suspiro.

¡Padre! ¡Padre! ¡qué vienen los vencemues y satamases!- gritaba la zagala, y tan fuertes eran los gritos- que no solo Sancho, sino todos los de la casa fueron al encuentro de la alterada niña, - Padre- continuó Sanchica al ver la figura afectada e inquisitoria de Sancho - por el camino del arroyo, donde llevo los puercos a la rebusca de las sobras de las huertas, desde allí, óyense unos cantos que de tanto en tanto repiten:

Buscando fiera espada
de Matamba a las playas de la Osuna

Quijote la quijada

que empuña mi fortuna

y la Mancha las aspas que le encuna

Y subiendo da lo alto de la cima las tres croces, se divisa el camino lleno de un gentío que mesmo seguro que llega del infierno, porque son filas de negros gigantes que con hachas de fuego brillan como brasa encendía y cargan en un carro sin ruedas a una virgen viva, medio en cueros, más blanca y dorada que la de latar de la igresia, y tanto es el ruido de tambores y tan extraño y nunca oído, que me oriné encima de los miedos de verlo y sentirlo, míreme las calzas si no me cree, padre.

Y debía ser cierto, que hizo aguas menores y mayores, que levantando la falda, la peste obligó a todos a dar dos pasos atrás y taparse las napias con asentimiento de cabeza.

- ¡Ay mi Señor cura!, oremos todos, que a poco que sea cierto lo dicho por mi hija, mal me huele que estos son los magos encantadores que sabiendo de la muerte de mi Señor Don Quijote, vienen a llevárselo, que muchas son las cuitas y venganzas pendientes con mi difunto amo, y no les parará la muerte, que hasta la muerte todo es vida; y al cuervo no agrada el asno vivo sino muerto; y la inmaculada virgen debe ser el espíritu carnal de Dulcinea, que fuese cierta y desencantada y que viene a pedir lo que es suyo y de mí el lomo; y la llevan a su fuerza o gusto, para resucitar del mesmo cielo a su único enamorado y caballero.

- Calla Sancho, por el respeto a nuestro amigo y no proclames blasfemias, que está la casa llena y Alonso de Quijano el bueno de cuerpo presente, y todo lo que Sanchica dice, si fuese en verdad visto, ha de tener una explicación y un fundamento que no sea la saeta de sandeces que tu mal dices, que la muerte de tu señor te ha terminado de sorber el seso, si algo te quedaba con todo lo sucedido.

¡Vamos amigos y vecinos, todos al camino a recibir a esa procesión!, y a mostrarles mejor paso que el que llevan, que no es oportuno romper el duelo propio con quebrantos forasteros ni liras nuestras.

pasa al folio 2


Así transcribimos más mal que bien, la primera página en la primera folia que compartimos mi vecina mora y un servidor de ella, que siendo de mucho contento por lo nuevo, fue lento hasta que se lubricó el modo por donde adentrar en lo que teníamos que juntar sus labiados decires y mi iniciada lengua, que no todo es fácil aunque el modo por lo natural, sea intuido y natural se ofrezca, ya que a labios sellados según nacieron, necesario es abrirlos, y evitar no dañar el sello solo se consigue calentando hasta que funde y en rojo la cera dada, sangre a parezca.

Suyo,
J. de la Vega Z+-----







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Prólogo sobre el recuperado Capítulo 75 del QuiZote dos palotes parte

Compañeros lectores y mi querido Don Pedro,

Quería no faltar a entrada alguna, de esta serie quijotesca, que bien que mal me ha sorbido el seso, (y dicen mis Damas, que como al bipolar Quijote también el sexo), pariendo últimamente solo enjendros y haciagos comentarios con sobradas haches o nunca bailadas jotas.

Pero hallo en mi disculpa, la locura de mi lega y absorta mano (que en siendo solo una, es siempre ocupada y confusa en malos vicios), porque locura es la traducción de grafía arábiga impresa en unos cuadernos que encontré en un almacén de libros olvidados, que dicen fue antigua imprenta que ya visitó Cervantes en Barcelona; pues era mi interés, la semana pasada, buscar una edición del Quijote en tapa dura, ya que nunca así la tuve, y con ella regalarme (con pago o hurto, que todo cabía en mis ánimos zafiones y enmascarados) para celebrar justamente el final de la común lectura del mismo, con los lectores quijotescos de la Acequia.

Y si no encontré el Quijote que buscaba, que todos por voluminosos, nada disimulaban, sí pude apañar cercano a ellos, unos legajos y papeles sueltos en número de veinte o ciento, que salieron conmigo de aquel lugar que olía a celulosa y cementerio.

Atónito me quedé al leer en el primer cartapacio hurtado, el número 75 en números
romanos y ver un dibujo que representaba a un viejo que parecía cadáver en armadura y baciyelmo, junto a un mozo despeado de otros tiempos que le velaba y le lloraba; visto ésto, no me costó mucho encontrar un ciberShay con ordenadores y teclados moros, recién llegado al barrio de Lavapiés donde por unos meses me alojo aquí en el centro de Madrid, tecleando lo siguiente copiado del primero:


سيبطله LXXV دند ص كنت د كساس سوسيديداس ي اسونتيسيداس إن يلفاموسو ي ننسى فيست، إنتر د دون ويجوتي.

Luego usé el servicio traductor online de google y ofrecióme algo así de incognoscible, en 0,002 segundos: He aquí yo estoy LXXV Dnd d xas Susededas j Asontesidas j El Ilvamoso olvidar Fest, el Inter d sin Ejuti.”.

No me asombré del resultado, porque la ciberciencia avanza hacia el futuro pero nunca llega, así que opté por ofrecer el traducirlo a una morita, muy velada, que siempre me cruzo en las escaleras de mi casa y a la que hace tiempo tomé por culta porque entre el constante sube y baja, anda vaciando papeleras y responde en la lengua que le hablan, pero también, que no solo, sobradamente bella, porque eso no hay velo que lo esconda a aquellos que andamos a dos velas.

Así que en el descansillo y con poco esfuerzo, me dijo que el texto de aquella sucia página que merecía ser reciclada en un cubo de basura, era del todo incomprensible en árabe y que aunque era sin duda grafía arábiga, no significaba nada que ella conociese, porque no tenía sentido en lenguas magrebíes, ni persas, ni kurdas, ni urdas ni malayas.

Le pedí entonces excitado por tener tan cerca, a traductora y el secreto al alcance de mis viciosas manos, que intentase leer los caracteres de lo escrito, según suenan en árabe pero como si estuviese balbuceando madrileño con deje de Alatriste, y mirándome a los ojos con extraña mueca, aceptó con un movimiento afirmativo de cabeza y mientras leía le cambiaba el contorno de la boca en sonrisa, y en voz alta retumbaba su decir en la corrala:

- Capítulo LXXV Donde se cuenta de cosas sucedidas y acontecidas en el famoso y nunca visto entierro de don Quijote.

Casi me desnuco si no me agarro a las caderas de la joven, que al verme tan mal dispuesto y libido, decidió llevarme al sofá de su piso, que era la puerta más cercana y aquel su descansillo.
Como sin máscara parezco buena persona, me regaló con té de jazmín y pétalos de rosa, y púsome tantos cojines que evitaron el dolor en los mismos que me producía la visión de aquella joven ninfa desvelada, que en su harén pronto vistió tan ligera como mi imaginación (muy dada al exceso) no alcanzara a imaginarla, y por ello tantas cosas ensoñé o sucedieron que las celosías que separaban el salón del dormitorio, enrojecidas al infrarrojo de nuestros rubores se volvieron sepia y tan de buen gusto fueron, que yo les contara todas, si no fuese porque sé, que no les interesan nada.

Y así las visitas a mi vecina del segundo han continuado desde hace una semana, y a punto estoy de traducir el Capítulo 75 del Quijote, que con las licencias que mi mano y lengua se han tomado junto a la traductora, las cosas del capítulo tienen más apertura y han quedado completamente desvirgadas de su casto silencio.

No esconderé que dificultad y gusto ha tenido, penetrar completamente entre esas cadernas vía aljamiada; sobre todo pellizcar en todos sus sentidos los poemillas que se erectan, pero si poca fue la suerte de mi vida, mucha la fortuna que me ha acompañado en este trance místico con la bella mora, porque además de filóloca en lenguas españolas, lo es de las semimíticas, inglesonas y de sobre todas las romanceras, doctora honoris causa en el francés de la probenza y catalán de Sardañola.

Aunque si no me bastase, es poetiesa en verso intenso y activista pro-sajaragui; que fue su padre tuareg en los desiertos que riegan las tierras que confluyen entre Mali, Argelia y Mauritania, aunque su madre vasca, por eso ella tiene una cabellera rubia, que Sol debiera ser su nombre y un blanco de piel que hasta sus pies descalzos parecen pedazos de cristal, y sus brazos femeninos y nácar, pero con la fuerza de un harrijasotzaile, que tiene costumbre de llevarme en volandas como si fuese un monigote de feria, cada vez que concluimos la transcripción completa de una página.

Y como avance, no piensen que invento de lo mucho que incluye ese capítulo perdido y recién encontrado, y que no crean que voy recurriendo al digo que dicen, ya que aparece en el capítulo LXXV un caballero de la Villa y Corte, que presente en el funeral dedicó al muerto unas estrofas, con teatral parsimonia y desenvuelto, que todos quedaron sin habla, admirados y aplaudiendo, menos Sancho que no le entendió la gracias.

Pequé de necio en mi arrogancia ciega
pues solo mi tonada yo entonaba
mientras Quijote augusto cabalgaba
viviendo la obra que inmortal nos lega.

A galope de Lope solo Vega
mientras a ese Cervantes que envidiaba
en soledad, un universo alzaba
con el barro y costilla de manchega.

Y ahora que pasaron los seis días
hay luz donde reinaron negras sombras
profunda humanidad aunque te rías

texto que se conoce si lo nombras
y glorias más altas que las mías
¡vivo o muerto en tu discreción me asombras!

¡Oh Quijote! perdona mis injurias
y descansa sabiendo que mentía,
y sepan que mi pluma tú atolondras.

Ejemplo sea el soneto transcrito, de lo mucho que hemos trabajado, transpirado y cabalgado, yo y la mora, para encontrar al paso de la historia, éxtasis en aquello que fue de boca en boca, y después perdido en el relajo y flácida memoria de entre el follaje, yo folio y ella folia.

Suyo queda,

J. de la Vega Z+







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Don QuiZote de la Mancha ¿tiene un fin?

Este Jueves 4 de Noviembre 2010, desde el blog La Acequia, tanto su principal paseante como sus acompañantes comentaristas, se enfrentan al último paseillo y capítulo final de la Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, analizando lo que escribió Don Miguel de Cervantes Saavedra hace ya casi cuatro siglos.

Con este fin literario, se llegaría al punto y aparte de una aventura en Blogosfera un tanto única y singular: tragarse múltiples lecturas del texto original e interpretaciones repetidas pero también originales y variopintas de lectores variados que comentan.

Así se lee lo escrito en el Quijote y sobre lo que pensamos que se dice en el Quijote; con la excusa muy humana de tirarse un ladrillo sobre la cabeza y demostrar que la propia es dura y gorda, siendo en este caso un ladrillo de dos tomos y daca, súmmun de la literatura en lengua castellana y rectangular obra maestra.
Sin olvidar que es uno de los textos con más solera en la lectura incompleta y superficial, sin desmerecer a la Biblia; resultando igualmente, más un texto de fe del que hemos leído algo, que una novela interiorizada sobre la que charlar en 2010 con los amigos cuando nos aburrimos.


El grupo que la siguió por tantos meses y cada jueves, fue creado el 24 de Abril del 2008, y desde allí el Señor Pedro Ojeda Escudero invitó a la lectura compartida del Quijote algo en principio, bastante friki y masoquista, pero a lo que se sumaron muchos bloguers e internautas de la mano del autor ¿felices y fielmente? desde su inadvertida primera entrada escrita horas antes, y hasta ésta cuasi-última que hoy se publica.

La interactividad de Internet con la aparición de la Web 2.0, presume mucho más de lo que la realidad del uso ofrece, porque tras algunos años de ensayos y errores, lo que podría ser una pirámide de creatividad, se está resolviendo en un pedregal amorfo de gran mediocridad antes que aterrice la 3.0, 4.0 ó 20.0.
El esfuerzo en encontrar una forma cristalizada entre tanto canto rodado, resulta agotador; y raro es hallar romboedros de cristal de cuarzo que pasados los años en el río, no se nos muestren como canicas mates y confundibles con la alargada familia de pedernales.

El grupo de lectores y comentaristas bloguers, junto a la idea quijotesca interactiva de Don Pedro Ojeda en su blog la Acequia, no han sido ajenos al desgaste antes mencionado.

Con todo, la perseverancia y voluntad demostrada por el profesor Ojeda, principal comentarista y justo moderador, han llevado a buen puerto el proyecto, con el apoyo de los viejos y nuevos seguidores enajenados al igual que los personajes de la trama.

Quizás esa prevista dificultad de atención participativa y seguimiento en el tiempo, fueron los hándicaps de partida, que una vez superados con el fin de la lectura, nos permiten asombrarnos del éxito del hecho consumado en su realización y clausura; y ¿por qué no decirlo? de la calidad global del resultado, que a pesar de los mates, mantiene muchas facetas brillantes y cristalinas.

Las entradas del Grupo de Lectura en la Acequia quedan bien esquematizadas en el blog de Urbinavolant en su Primera Parte y la Segunda Parte, unidas a sus correspondientes capítulos.

Por mi parte, como Señor de la Vega y Zorro, aunque haya seguido la lectura, me quedan muchos capítulos que comentar y así lo haré hasta que queden todos marcados con mi Zeta.

Del Quijote, lo que tengo que decir lo digo allí, aunque también lo archivé en los balcones del Zorro, pero cuando mi tarea concluya, ordenaré lo por mí manifestado junto y concertado.

De la Acequia y su labor divulgadora e intimista, lo mejor es visitarla.

Del Señor Don Pedro Ojeda, pendiente tengo mi desquite con unos versos dedicados antes del final de la lectura quijotesca, como ya prometí y advertí en un comentario respuesta a otro suyo.

Así que aquí termino con un quevediano soneto satírico, con la maldad que solo la excesiva confianza y envida justifican.

Érase un profesor a un blog pegado
érase un ser
de-mente hiperactiva,
era voz decidida pero esquiva
érase un foco a veces no enfocado.

Érase un castellano bien hablado
érase una soflama pensativa,

era un flequillo y gato boca arriba,
un tío era él, cachondo encorbatado.

Era rebelde atado a la carrera,
era un tuno vestido de bonito,
un pingüino era en Blogosfera y fuera

un gigante en un hombre chiquitito,
crítica lectura eso es lo que era
humilde bueno, amigo y erudito.

J. de la Vega Z+-----


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Cólera de gigantes en reynos africanos. Cap.XXX

Escapó en su patera la bella y rica rubia Dorotea, del reino de Monomotapa (actual Zimbabwe) cuando murió el rey nigromante y padre de ella, aprovechando esto el gigante Pandafilando de la Fosca Vista, que con tan desviada mirada y haciendo pagar su enfado, quisiera arrasar el futuro de los buenos súbditos por haber perdido a su venus deseada.

Vino la riqueza a las tierras del norte y la princesa Micomicona pensó en caballeros andantes para recobrar en su reyno el juicio, habiendo perdido por el pasaje sus oros y en el naufragio sus tesoros, y siendo sin pago, los únicos que ensalzando espadas acudieron: locos quijotes que luciendo el yelmo de voluntarios cooperantes, poco podían contra un real gigante.


Las mentirosas fuerzas vivas, crearon la historia, de poder ayudar a recuperar el trono a la esperanzada princesa, frente a tan espantosa pesadilla en la mirada del hideputa, para luego encerrar a los vencidos "caballeros de triste figura" entre barrotes de crudeza y fierros que forjan: "así es la vida: vive cuerdo y muy atento de tus puercos, en tu impoluto estado, pero inmensa pocilga de pecado".


Y es que ya sabía Cervantes que el camino a Micomicón siempre pasa, justo por la plaza de tu pueblo; y te llevarán a ella vencido o sin queriendo.


Por eso hoy me oculto en mi cueva... y ¡así me hallen, probarán mi espada y comerán acero!.
Z--+--Z

Ni mi agudeza, ni aquel imaginativo Cervantes, llegarían a anticipar la cólera de Pandafilando, pues existía en el siglo XVI la idea de carestía, pero la inflación como término era ignorada, un 1 ó 2 por ciento anual sufrían y ya les parecía mucho, pues los salarios no se actualizaban.

Ayer en el reyno Zimbabuense de Micomicón, la inflación era del 231.000.000 por ciento y subiendo, y un cacho de pan mal cocido costaba los diez mil dólares micomicanos.
Sería para reír, pero como en la más cruda tragedia, eso provoca que el esfuerzo y trabajo pagado en moneda, no valga nada, intercambiando en especias como en remotas y pasadas épocas.
Hay que regresar a los años 80 cuando el dólar de ellos, por más de, uno cuarenta americano se cambiaba. Hoy, un dolar con cara de negro Obama, es lo que gana un médico, ¡al mes!.

Los doctores se quedan en sus casas, ¿quién trabajaría? al menos que fuesen locos o amantes de los otros, ¿desearías por veinte céntimos de euro a la semana, esforzarte? ¡sin medios!, rodeado por enfermos que al ritmo de 1 litro a la hora, defecan pútridas y blancas diarreas, mientras se desecan muriendo...

Nada tiene de culpa el 'brión colérico' que los infecta, pues no quiere matar la incomprendida bacteria a humanos, solo reproducirse y enviar a las fuentes de agua, trillones de sus coléricos hermanos, a igual ritmo que emiten dolar zimbabuano.
Bastaría beber y no deshidratarse entre 3 y 6 días, para inmunizarse y salvar la vida.
Bastaría tener medios para hervir el agua o tratar con cloro el agua de Harare y no permitir que la población se exterminara por calmar su sed al vaciar su hez.
Llega muerte a quien la llama y en el Gran Zimbabwe la han llamado día tras día y año tras año. Y fue el Gran gigante bizco del poder y desprecio, quien fulmina de nuevo a los más débiles, como apocalíptico enviado.

Resulta tan solo paradójico, que muera en deyecciones trágicas, el país que presume de la más bella caída de inacabable agua, también garganta más hermosa del mundo y que hoy es nube de llanto entre naturaleza frondosa, mirando como el hombre es enemigo del hombre con impotente espanto.

Murmuraba el señor Zorro, los desastres de una crisis que apenas empieza.
Pues son siempre los más debilitados, otrora ricos, quienes casualmente naufragan en la abundancia extrema que riega sus fronteras, e impacientes pagan sin saberlo con sus vidas: ManiCongos (crisis Congo) y MonoMotapas (crisis Zimbabwe ), reynos ambos conocidos en lecturas por Cervantes, en su tiempo conquistados para conseguir: esclavos, marfil y oro... (¿algo ha cambiado?).
Hoy sufren con lamentos, que merecen Quijotes más que nunca; esperemos estar a la altura de los tiempos y acudir en rescate de tan cuitadas Tierras, para acabar con los monstruos del hambre, de la injusticia y de la guerra. Si no lo hacemos, mereceremos tener nuestro maligno Gigante, al canto.

Siempre suyo quedo, detrás de los barrotes (de su balcón... espero.)

J. de la Vega Z+-----


Notas:
ÚLTIMAS NOTICIAS: Zimbabue Cólera (BBC-English) Zimbabue Moneda (BBC-English)Zimbabue social(TimesOnline)
Capítulo del Quijote donde se forja la historia de la princesa Micomicona (DQM I, cap XXX )
Grupo
Para una lectura del Quijote en el blog La Acequia
Fotografía: Cataratas Victoria (Zimbabwe y Zambia).


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Lope sin La de Vega





Con palomitas, Lope les encaja
y engendran un falseto de aventuras,
dos hembras de mi siglo si me apuras
e historia del muchacho que agasaja.

Tenían argumento con ventaja
prolijo de ingeniosas florituras
bastaba tejer, hechos sin fracturas
y no ofrecer amores jiji jaja.

No pido una película aburrida
el personaje en nada la merece
tantos textos compuso él en su vida

que cualquiera al pensarlo se estremece.
Lean su obra, de sobra conocida
y muestren digno al genio que la ofrece.

J. de la Vega Z+



VER VÍDEO DE VIDAS CRUZADAS: CERVANTES Y LOPE DE VEGA

NOTAS:

Sobre la crítica en soneto satírico, la película referida es [Lope] película dirigida por Andrucha Waddington.

Sálvese del despropósito, el tema de Drexler; también la buena intención de retratar a un héroe de las letras aunque con pobres óleos, y el volver actualidad al Monstruo de los Ingenios, aunque con el propósito económico del entretenimiento sin ánimo de enseño; porque una vez retirados los versos que recitan del Fénix y embelesan, apenas queda un episodio del Aguilucho Rojo.


Documental: No encontré nada multimedia mejor que subir que estos 52 minútos de repaso en formato de vidas cruzadas entre Cervantes y Félix Lope de Vega y Carpio, redundante y no muy actualizado en lo conocido sobre ambos, pero habrá quien se acerque y aún desconozca todo y para ellos cualquier ventana es buena si es principio y no mira a otra parte.

A los que deseen ahondar más sobre Cervantes y su obra cumbre, entre millones de referencias, una interactiva y ejemplo único son las Lecturas del Quijote de la Acequia.

Sobre Lope de Vega, iré añadiendo según vaya seleccionando más allá del imperativo Google y que por el momento con el nombre cada cual pruebe a pulsarlo, pues el Señor De Vega, Lope nos devuelve tanto.


Cliquea y Zapea▬►


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