"...tengo una alfombra de jornadas y el tiempo hecho pelusa, de tanto enredarse en esa sensación pegajosa de la nada."
Comentario poemado de Noviembre 2008, escrito por J. de la Vega Z+-----[Poemas bajo tu balcón]


Aquí esgrime el Zorro+-----[SoneZtosII]+[PoetiZandoFeisbuk]+[LaSima de los Vuersos]+[DiarioÐLolita]+[Balcones]+[ZVisión+-]+[MemoriasLiteratura]+[Ilusiones]

*

Caverna feisbuk: #Kitsune o El Zorro Zipón +----- Caraderno de Notas: 2

21 Octubre 2013

#Kitsune o El Zorro Zipón +-----
(link de Notas 1: http://bit.ly/Kitsune1)

La clasificación de los kitsune, es como con todas las paradojas del extremo oriente, muy poco minimalista; y si bien podríamos dividirlos en espirituales/protectores y salvajes/traviesos/malvados, llamados zenko los primeros y yako los segundos, la cosa se complica según ahondamos en las tradiciones japonesas y así podemos encontrar más de trece clasificaciones según sus habilidades sobrenaturales.

Por otro lado, si tomamos al Zorro por su cola, encontraremos en las lecturas los de una, cinco, siete y nueve colas. Tener nueve sería el nivel de iluminación más alto para un kitsune e igualmente el zorro de nueve colas aparece en el folclore chino y coreano. (Pero el japonés suele ser más zenko que malvado en relación a los continentales, que no siempre.)
Según algunos relatos, las colas se obtienen con la edad, porque todo sea dicho, cuando alcanza el máximo de colas suele tener Mil años, así que más o menos una nueva cada cien, según mi ábaco.

El Zorro japonés, también lo podríamos clasificar por su capacidad transformadora a voluntad (el único requisito es una cierta edad 50 ó 100 años), les gusta transformarse sobre todo en humanas perfectas idealizadas, por diversión u obsesión con el objeto de enamorar a alguien, aunque pueden replicar también a cualquier persona o algo en concreto.

En los cuentos lo que abunda es el Zorro convertido en una joven, extremada en belleza y elegancia, tanto es así que se vuelven irresistibles a los varones.
También es común su conversión en anciano.
Y luego según les da, en cualquier otra cosa, para pasarlo bien y divertirse. (Un kitsune no cachondo no es kitsune.)

En el canon de belleza Nipón, la mujer con cara de Zorro resulta más bella, el término es kitsune-gao (gao, es cara y no traduzco) caras angostas con ojos muy juntos, cejas delgadas y pómulos salientes.
Pero nada es perfecto tampoco para los zorros, porque si se estresan (se hacen daño, se emocionan, etc.), tienen miedo (por ejemplo de los perros) en mitad de la transformación, pueden volver a su forma original y ser descubiertos (lo que siempre acaba ocurriendo), además hay imperfecciones en las transformaciones que les suelen delatar, como por ejemplo una cola entre las piernas que se resiste a desaparecer; la sombra, que sigue siendo la de zorro animal o el no poder reflejarse en los espejos.

A este punto, hay algo que es extremadamente delator del kitsune cuando está transformado y que conviene explicar, esto es, su proverbial inteligencia, es más, si son de nueve colas, su saber es tal, que se considera “omnisciencia”, es decir, "saber todo lo que hay que saber" (algo que comparto yo con mis colegas nipones ;) )

Así, que en la sociedad japonesa (machista, elevado a la enésima potencia) era común que las marisabidillas fuesen acusadas de ser kitsune, pero si además eran guapas e inteligentes, la certeza era completa.
Por eso si un kitsune, de cuento, tenía que usar su inteligencia constantemente, mejor adoptar la apariencia de anciano para no ser atrapado.

En otro momento, seguiré con sus poderes y características, que son muchas, algo que los hace muy adaptables al universo manga actual, pero no solo, pues es básico en las representaciones teatrales clásicas, y en más artes, que por ahora las guardaré en secreto.

Ahora sí, contaré otro cuento kitsune, diferente a los del Konjaku Monogatari (antología de más de 1000 cuentos del período Heian) y ya seguiré en el Caraderno de notas 3 con más curiosidades, próximamente si los espíritus lo quieren.

                                               
Dicen, que existe una rivalidad centenaria entre kitsunes y “tanukis” (cánido mapache japonés) que como icono preside simbólicamente modelado en figurillas, negocios y restaurantes japoneses, con abultada barriga blanca, sake en una calabaza, gorro de paja y testículos gigantes hasta el suelo.

Pues bien, el tanuki es otro gran transformador (borrachín) capaz de engañar a los humanos fácilmente, y de ahí la competencia con el kitsune, no en el sake sino en la transformación.

Pues un día se encontraron, KitsuneSan y TanukiSan, así que decidieron retarse a ver quien engañaba al otro, en los días siguientes.

TanukiSan, solía comer sus bolitas de arroz preferidas junto a las estatuas de Jizo (deidad budista, protector de difuntos, niños y viajeros).
Cuando terminó, ofrendó una bola de arroz en el altar de Jizo y rezó, pero esta desapareció, creyendo haberse olvidado, puso otra mientras rezaba, pero antes de terminar el rezo abrió los ojos y descubrió la mitad de la bola de arroz en la mano de la estatua de Jizo.
- ¡Ja, ja! gritó, eres tú KitsuneSan, ¡me has engañado!

Entonces la estatua de Jizo perdió su forma y apareció nuestro hábil zorro.

El cánido mapache, le dijo al kitsune que ahora era su turno, y que a la mañana siguiente pasaría por el puente cercano al pueblo, convertido en Daimyo (llamados así, los soberanos feudales entre los siglos X y XIX)

KitsuneSan, hizo tal cual le sugirió su rival y esperó en el puente hasta que vio pasar la comitiva de Señor y sirvientes.
El zorro, al ver que era tan idéntico al Daimyo, y sin poder transformarse en humano por la emoción del momento, se acercó como zorro a su rival gritando:
-¡Has ganado Tanuki, tu transformación es perfecta!

Pero, en realidad, Tanuki no se había hecho pasar por nadie, así que cuando el zorro quedó rodeado por los guardianes del Señor feudal, le dieron una paliza, que si no fuese nuestro amigo Kitsune uno poderoso, no hubiese podido escapar de aquel enredo.

Las risas del Tanuki, todavía se oyen en el bosque, a la orilla del río, o eso dicen.

Hay muchas moralejas, que podríamos extraer, la mía sería: ¿por qué competir en algo cuando eres el/la mejor? a menos que quieras quedar expuesto a tu propia vanidad y que te corrán por ello.

Suyo, Z+-----

0 esgrimieron la palabra +-----: