La Zorresa Teresa Forcades

He intentado imaginarme muchas veces mi alterego femenino, y mis intentos de transmutación no han sido pocos, en textos, personajes e incluso con las extraordinarias visitantes femeninas en mi cueva, que demuestran su verdadera esencia racional o erótica de mujer, equilibrando a mi querido Zorro y aportándole en contrapunto una profundidad inusitada.

Entre los cartones blogueros de mi admirado Mendigo, vi por primera vez una disertación de Sor Teresa (dejaré el vídeo que ella publica, en una entrada mía más adecuada, que habla, de un virus A-burrido y de muchas más cosas).
Aunque debo decir, que a pesar que desde ese momento seguí su virtual rastro y he leído mucho de lo que ella publica, no es su erudición ni sus ideas, lo que me admira. Y bien podría dirigir a sus dos blogs o a sus libros o a sus múltiples intervenciones públicas o artículos, con orgullo, pero no es esa la función de esta entrada, y no lo es, unirme a sus campanas, ya que otro es mi destino y demasiadas las campañas que mi sentido común encuentra respetables.

No valoraré tampoco su vídeo sobre la Gripe A, aunque tenga más de bueno que de erróneo, porque eso sería un juicio subjetivo, después de haber caído rendido a los pies de mi monja.

No enamorado, que el corazón del Zorro está ocupado desde hace tiempo, ni seducido porque me seducen tantas mujeres como hombres, aunque solo con ellas sueñe o me despierte soñando y alterado.

Simplemente rendido, porque ella representa una Zorresa ideal, a mi ideal de Zorro.

Su hábito es su máscara, con la que salta al balcón público, usando la palabra como espada, en magistral estilo de esgrima, sin titubeos, consciente, sin pasos atrás sino como danza y ataque.

Por supuesto, es justiciera y al serlo, se define y expone en cada juicio, en cada lance, en cada verbo, y no parece que le tiemble el pulso.

Su intimidad la deja en la celda en Montserrat, su cueva, donde se entrega a Dios y a su libertad más plena que es ella misma.

Viendo sus vídeos, sus ademanes, su oratoria en catalán (lengua madre, que en su boca alcanza un tono sensual incuestionable), no importan sus yerros, que comete alguno en lo mucho que dice, sino su coherencia en lo humano de su discurso; discurso siempre abierto, siempre pedagógico, siempre definido cuando la fuerzan a ello, sin inmutarse en los extremos para mostrar sus principios, que los tiene.

Muchos que la critican, no serían capaces de hablar ni diez minutos de los temas sociales tan controvertidos de los que ella habla cuando le preguntan (falta de democracia, abusos y crímenes del sistema del capital, libertad, información, aborto, sexo...), sin caer en mil trampas del lenguaje o las ideas.
Yo al menos, no me considero a la altura de las sandalias de mi diva y creo tener un discurso coherente y fluido.

Lo más sorprendente, es que en vídeos que ella hubiese podido reeditar como el que ahora circula de "Campanas por la gripe A", no ha eliminado o corregido sus errores expositivos o interpretaciones manipulables y altamente cuestionables.
Y sobre todo, leyéndola en sus textos teológicos, comprendes que la razón no es ignorancia o despreocupación por la perfección, sino otra.
La lógica yo pienso, es que prefiere dejar a su pública Teresa enmascarada en hábito de monja, doctora o teóloga, con errores y expuesta, antes que renunciar a ella misma.
A eso yo lo llamo, autoestima, algo que ella posee a raudales, porque ha encontrado una razón de ser, una razón de vivir más allá de su propio ego, ella lo llama Dios. Amén Zorresa Forcades.

No suelo promulgar mi condición de católico cuando no viene al caso, sobre todo porque todos deberían entender que siendo el personaje que soy, lo soy. Y que no necesitando ya serlo, para ser quien soy, es justo por eso que no necesite renunciar a mis pecados originales, siendo uno de tantos que arrastro, la espiritualidad cultural que he mamado o las hostias que he comido o las misas vividas o lo santo que he sido, para acabar como demonio con rabo y cuernos.

Mi Zorresa Forcades, es el espíritu crítico que siempre recorrió las venas de la iglesia, mínimo hierro para tanta sangre, pero absolutamente esencial para su superviviencia anémica.
Mi Zorresa es una anomalía divina, en el interior de un monstruo católico mundano.
Existen cientos de miles de anomalías en la iglesia, pero pocas que muestren una virulencia tan alta de libertad de conciencia, y eso es como una piedra en el riñón, algo que duele y te recuerda que los riñones no depuran lo suficiente o que debes cambiar de dieta o que necesitarás extirparla para seguir engordando sin retorcerte.

Sin proponérselo, la Señora Sor Teresa, resulta el exponente más paradigmático del nuevo apostolado, mujeres y hombres, que sin renunciar a una espiritualidad sincera, desarrollen la crítica humana sin vergüenzas y sin más limites que ellos mismos, en el deseo de bien para los otros, sin más proselitismo que su ejemplo.
¿Algo nuevo? no ¿algo escaso en el primer mundo? sí.

¿Tendremos el final del Nombre de la Rosa, con Montserrat en llamas? Falten collons.
Pero sin duda, ella representa muchos aspectos de la Poética de Aristóteles perdida o nunca escrita.

¿Será el advenimiento de una reformadada orden Benedictina? ¿Encontrará el Opus Dei un freno a su crecimiento y su dominio?

No lo sé, y francamente no me importa, mientras el Zorro tenga una Zorresa donde mirarse.
Un balcón o celda donde tentar a la monja casta con sensuales versos húmedos, para ser finalmente iguales en el gusto de hacerlo por puro gusto, sin hacerlo (o sí).

Ora pro nobis, Zorresa.
Espíritu libre, que dice ser de Dios, para ser ella misma.

J. de la Vega Z+-----