Un día vi con mis ojos sin máscara, como un esqueleto cubierto por piel y rodeado de miseria y soledad, atrapado entre muros de ventanas tapiadas para que no se mirase dentro... sin fuerzas en los brazos, ni para levantar su alimento, pedía que no se ofreciese ayuda a su hijo de 10 años para que le comprase comida, que el niño la gastaba y a él no le asistía, ni alimentaba.
Una semana después moría, y nadie le lloraba.
Yo todavía pienso en la escena y no sé como explicarla, solo sé que vi la muerte en estado puro, la muerte más vil, que es la muerte de lo humano, quizás eso es mucho peor que, por ejemplo el SIDA que le mató robándole sus defensas y las nuestras.
Un dicho africano explica, que si quieres llegar rápidamente viajes solo, pero si quieres llegar lejos, viaja en compañía.
El continente africano y sus habitantes, se han tropezado con una muerte inesperada desde hace décadas, que llamamos aquí en occidente SIDA, y que les hace viajar solos y encontrar una muerte con excesiva rapidez, no pudiendo llegar muy lejos por falta de ayuda y compañía en un viaje fatal.
Hablar de la muerte en el continente verde y dorado, es hablar de la vida, ya que se contraponen en profundo equilibrio, o al menos eso sucedía hasta las últimas décadas del siglo XX, claro está, si olvidamos de tiempos anteriores, la esclavitud, las guerras, el colonialismo, enfermedades como el paludismo o miles otras, algunas todavía desconocidas para nosotros, sin contar el hambre o las catástrofes naturales que siempre han perseguido a sus moradores.
La catástrofe del SIDA, no es que mate, ya que en África, matan muchas cosas, lo nuevo es que mata a las mujeres que son o deben ser madres, es que mata a los adolescentes, que son la columna vertebral del continente, y sobre todo destruye los vínculos tribales y familiares, que son la esencia de la vida para los que viven en frágil subsistencia.
Hoy, asesinada por un virus, falta una generación de africanos, de todas las etnias, estatus, formación y experiencia en el continente, hoy donde antes no había "niños de la calle", porque los niños siempre pertenecían a la familia, muchos son los que deambulan perdidos sin que nadie los reclame.
Hoy el africano no comprende porque el sexo se ha convertido en su verdugo, si siempre había sido su redentor, su alimento vital, su fuente donde beber, donde todo lo demás es difícil oasis.
Nosotros hablamos de SIDA, en nuestra sociedad de antirretrovirales con patentes. Ellos, como en Poniente, no lloran más las pérdidas, solo desean su propia suerte; no quieren ver sidosos en sus chozas, no quieren escuchar de gomas en sus penes, de abstención frente a sexo portador de muerte; no quieren oír más blancos con batas blancas, con lazos rojos y cuentos que hablan de bichos invisibles que pasan por el semen de sus hijos, e inundan la sangre de sus hijas, robando además risa y juegos de sus pequeñas gentes.
Todo mata, pero se resisten a que les matemos el futuro y su presente con nuestro SIDA apocalíptico intratable para pobres, como siempre. Se resisten a ver por nuestros ojos y a morir desde su vientre. Todo mata, pero nunca antes nada, mató así la esperanza, y su esperanza no la mata el SIDA sino la arrogancia y egoísmo de Occidente.
Una semana después moría, y nadie le lloraba.
Yo todavía pienso en la escena y no sé como explicarla, solo sé que vi la muerte en estado puro, la muerte más vil, que es la muerte de lo humano, quizás eso es mucho peor que, por ejemplo el SIDA que le mató robándole sus defensas y las nuestras.
Un dicho africano explica, que si quieres llegar rápidamente viajes solo, pero si quieres llegar lejos, viaja en compañía.
El continente africano y sus habitantes, se han tropezado con una muerte inesperada desde hace décadas, que llamamos aquí en occidente SIDA, y que les hace viajar solos y encontrar una muerte con excesiva rapidez, no pudiendo llegar muy lejos por falta de ayuda y compañía en un viaje fatal.
Hablar de la muerte en el continente verde y dorado, es hablar de la vida, ya que se contraponen en profundo equilibrio, o al menos eso sucedía hasta las últimas décadas del siglo XX, claro está, si olvidamos de tiempos anteriores, la esclavitud, las guerras, el colonialismo, enfermedades como el paludismo o miles otras, algunas todavía desconocidas para nosotros, sin contar el hambre o las catástrofes naturales que siempre han perseguido a sus moradores.
La catástrofe del SIDA, no es que mate, ya que en África, matan muchas cosas, lo nuevo es que mata a las mujeres que son o deben ser madres, es que mata a los adolescentes, que son la columna vertebral del continente, y sobre todo destruye los vínculos tribales y familiares, que son la esencia de la vida para los que viven en frágil subsistencia.
Hoy, asesinada por un virus, falta una generación de africanos, de todas las etnias, estatus, formación y experiencia en el continente, hoy donde antes no había "niños de la calle", porque los niños siempre pertenecían a la familia, muchos son los que deambulan perdidos sin que nadie los reclame.
Hoy el africano no comprende porque el sexo se ha convertido en su verdugo, si siempre había sido su redentor, su alimento vital, su fuente donde beber, donde todo lo demás es difícil oasis.
Nosotros hablamos de SIDA, en nuestra sociedad de antirretrovirales con patentes. Ellos, como en Poniente, no lloran más las pérdidas, solo desean su propia suerte; no quieren ver sidosos en sus chozas, no quieren escuchar de gomas en sus penes, de abstención frente a sexo portador de muerte; no quieren oír más blancos con batas blancas, con lazos rojos y cuentos que hablan de bichos invisibles que pasan por el semen de sus hijos, e inundan la sangre de sus hijas, robando además risa y juegos de sus pequeñas gentes.
Todo mata, pero se resisten a que les matemos el futuro y su presente con nuestro SIDA apocalíptico intratable para pobres, como siempre. Se resisten a ver por nuestros ojos y a morir desde su vientre. Todo mata, pero nunca antes nada, mató así la esperanza, y su esperanza no la mata el SIDA sino la arrogancia y egoísmo de Occidente.
J. de la Vega Z+-----
Puedes ver también este vídeo trailer de un último documental llamado TAPOLOGO estrenado en 2008, por Gabriela y Sally Gutiérrez.
Puedes ver aquí TAPOLOGO el documental completo con los subtítulos en inglés
NOTA: links actualizados en Mayo 2010
4 esgrimieron la palabra +-----:
Amigo Zorro:
Aquí me estoy llegando yo, con la cabeza gacha y apenada porque no había sido mi inención molestarlo en mi blog.
Le dejé un mensaje allí.
Acabo de leer atentamente lo que usted ha dejado aquí sin saber que el Zorro tenía blog propio.
Cuánta tristeza y cuánta impotencia ante estas cosas incomprensibles de la vida.
Cuán agredecidos debemos estar de haber nacido donde hemos nacido.
Ni nos cabe por la cabeza imaginarnos siquiera el sufrimiento de aquellos que no tuvieron la suerte de nacer en donde nosotros hemos nacido.
Llegué triste y me voy triste.
Qué curioso, no?
Yo que soy la imagen de la alegría.
Pero el dolor ajeno me apena sobremanera.
Como dije en otra oportunidad, es bueno que nos bajen a la tierra a ver el dolor ajeno para hacernos reaccionar que la vida no es la misma para todos.
Le extiendo mi mano y me disculpo nuevamente.
BACI, STEKI.
Señora Steki, esta es una entrada más, de mi humilde cueva, yo direccioné mi comentario aquí para que no se perdiera en el viaje. Siento que se encuentre triste, hay cosas que por más que nos empeñemos no pueden causarnos felicidad. Aunque en mitad de lo peor siempre puede surgir una sonrisa sincera y fácil, África está llena.
Usted no me ha molestado, pero pienso que hay dos líneas que hubiesen sobrado en su post, por ser desafortunadas, en forma y fondo.
Beso su mano señora, y gracias por sus disculpas, Z+-----
Estimado amigo:
Gracias por guiarme hasta ésta, su otra morada.
Mire que yo soy una señora dócil y voy donde me llevan, confiada de llegar bien a donde me quieren llevar.
En cuanto tenga un tiempito enmendaré mi error.
Gracias por ir conociéndome.
Sabe usted lo lejos que estoy de importunar a alguien.
Como siempre...
suya mi mano.
STEKI.
Buenos días, Señor De la Vega:
Ayer llegué hasta aquí y ví completo el vídeo: TAPOLOGO, del año 2008.
Creo que las canciones de los minutos 24,27—35,--y la música y bailes del minuto 85, es de lo más impresionante que he visto y escuchado.
Nadie puede decir en estos tiempos de información que desconoce hechos como estos que se presentan en este documental.
Debemos reflexionar, y trabajar para que se produzcan los cambios necesarios; si no lo hacemos, seguiremos siendo cómplices de esta situación que entre todos hemos consentido.
Un abrazo.
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