Admiro, a los que con vocación sincera y no por profesión, se entregan al mundo, a los demás, a las causas hermosas, simples o grandiosas, (compartidas por mí o no), admiro su fuerza y su tesón, su fusión, su desprendimiento, su negación al yo, su falta de egoísmo, su desatino. Ante ellos no hay fuerza que se oponga, son peligrosos frente a sistemas podridos, enquistados. Sueño con ganar la vocación, rendirme al mundo y servir sin ser servido, ni adorado.
J. de la Vega Z+-----
Tenía yo, un año de vida en 1965, cuando murió en la ciudad de Lambarena, Albert Schweitzer, un alemán, que impulsado por resortes inexplicables primero, y de pertenencia después, se fue a Gabón, durante el primer cuarto del siglo XX, años de colonización francesa y aislamiento africano, en tiempos donde no existían películas sobre cooperantes super-héroes, ni de voluntarios en vacaciones; tiempos difíciles, que marcaron a este Médico vocacional, a él, le reconocieron mundialmente y le premiaron por la labor realizada en el hospital al que dedicó su vida, con un Nobel (de la Paz en 1952).
Pero además Schweitzer se valió de la música, la de Bach, su otra gran vocación, para conseguir y ejecutar sus objetivos africanos, y el premio a eso, le llegó ya fallecido con la creación en 1994 de un álbum muy especial, "LAMBARENA - Bach to Africa", bajo la concepción de Mariella Bertheas, la producción de Hughes de Courson, Pierre Akendengué y la fundación "L´Espace Afrique" que se unieron en un disco complejo; ritmos Gaboneses con partituras de J.S. Bach, más sonoridades de la selva africana.
En más de cien días de trabajo en París, con diez grupos de música Gabonesa, sumados a la ejecución de Bach por maestros clásicos europeos, músicos argentinos del tango y jazz (Osvaldo Cala y Tomas Gubitsch) y percusionistas Sami Ateba y Nana Vasconcelos, se editó el álbum para mérito de la persona de Albert Schweitzer, y disfrute de quien hoy lo oímos, como si no pasasen los años, ¿o pasan?, pues bienvenido 2008.
J. de la Vega Z+-----
Tenía yo, un año de vida en 1965, cuando murió en la ciudad de Lambarena, Albert Schweitzer, un alemán, que impulsado por resortes inexplicables primero, y de pertenencia después, se fue a Gabón, durante el primer cuarto del siglo XX, años de colonización francesa y aislamiento africano, en tiempos donde no existían películas sobre cooperantes super-héroes, ni de voluntarios en vacaciones; tiempos difíciles, que marcaron a este Médico vocacional, a él, le reconocieron mundialmente y le premiaron por la labor realizada en el hospital al que dedicó su vida, con un Nobel (de la Paz en 1952).
Pero además Schweitzer se valió de la música, la de Bach, su otra gran vocación, para conseguir y ejecutar sus objetivos africanos, y el premio a eso, le llegó ya fallecido con la creación en 1994 de un álbum muy especial, "LAMBARENA - Bach to Africa", bajo la concepción de Mariella Bertheas, la producción de Hughes de Courson, Pierre Akendengué y la fundación "L´Espace Afrique" que se unieron en un disco complejo; ritmos Gaboneses con partituras de J.S. Bach, más sonoridades de la selva africana.
En más de cien días de trabajo en París, con diez grupos de música Gabonesa, sumados a la ejecución de Bach por maestros clásicos europeos, músicos argentinos del tango y jazz (Osvaldo Cala y Tomas Gubitsch) y percusionistas Sami Ateba y Nana Vasconcelos, se editó el álbum para mérito de la persona de Albert Schweitzer, y disfrute de quien hoy lo oímos, como si no pasasen los años, ¿o pasan?, pues bienvenido 2008.
6 esgrimieron la palabra +-----:
Verdaderamente tu blog engancha. He llegado hasta el porque me encanta la música sefardí...y me he encontrado tantas cosas interesantes que me falta el tiempo para leerlo todo. He aprendido tanto con tus entradas musicales, que quería decirte que gracias por compartirlo y que a partir de ahora te seguiré leyendo.
Me despido cantando el matra: Ek Ong Kar, Sat Nam ...
hola don Juan de la Vega...
Tal como le pasó a Pili llegué a vos por la música sefaradí (allí te voy a dejar también un mensaje relativo al tema).
Con respecto a Albert Schweitzer te cuento que mucho antes que vos nacieras yo leía en Buenos Aires el libro "Luz de la Selva", no recuerdo el autor, pero era la vida de don Albert y su obra.
Era uno de los títulos de aquella maravillosa colección "Robin Hood" de tapa furiosamente amarilla que aún hoy conserva (el amarillo, digo) pero no y el encanto para los niños/jóvenes que son atraídos por otras obras más audiovisuales.
¡Cómo habré soñado ser uno de esos aventureros médicos y enfermeros de Lambarené! Pero la vida me llevó a ser contadora en Argentina, y hoy administradora de proyectos en Costa Rica.
Gracias por el recuerdo!
Etel, ua argentina desde Cpsta Rica
Mi querida señora Etel, la colección Robin Hood que usted menciona apareció en 1941, en la editorial ACME. Aquí en España yo recuerdo series parecidas que leímos en familia y que igualmente nos transportaron con novelas clásicas o historia novelada a otros países, mundos y épocas. Hoy todo ha cambiado, y los adolescentes viven en mundos virtuales increíblemente elaborados, tanto que para ellos la imaginación no puede volar entre lo sugerido, sino tan solo superar ambiciosamente las metas impuestas por los programadores. No me atrevo a predecir sus futuros recuerdos o sueños.
Le dejo el link de un blog, que se llenó de comentarios de viejos lectores de esa edición que ha compartido también conmigo. http://www.educared.org.ar/tamtam/archivos/
2004/12/03/viejos_de_colores_amarillo.htm
Mi halagadora señora Pili, gracias por su comentario. Después de entrar en su blog, me sucedieron cosas extrañas, ya que el deseo de publicar una entrada que hable de "mis cosas favoritas" es culpa suya. También me sorprendió el trabajo de recopilación tan bello que está realizando, sé que un día, quién usted tanto desea, lo sabrá apreciar inmensamente. Le tomaré algo prestado, porque no es fácil buscar la mandarina que uno quiere en una china que ocupa ella sola un mundo.
Mucha suerte y felicidades.
Sr. de la Vega, la música que trae Ud. en este post es sencillamente deslumbrante.
Me quedo sin palabras, limitándome a seguir escuchando en respetuoso silencio.
Le digo también, que tuve la colección completa de libros Robin Hood, inolvidable alimento de mi niñez.
Volveré a por más.
Cordialmente
Catalina Zentner, gracias por apreciar una música que no es mía, yo solo soy el mensajero.
Ya imaginaba que la tuvo, usted es un buen fruto de la fantasía. Cordialmente suyo, Z+-----
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