"...tengo una alfombra de jornadas y el tiempo hecho pelusa, de tanto enredarse en esa sensación pegajosa de la nada."
Comentario poemado de Noviembre 2008, escrito por J. de la Vega Z+-----[Poemas bajo tu balcón]


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Caverna feisbuk: Debate ¿Cómo se enamora don Juan?

13 Noviembre 2013
Jacinto Benavente y Consuelo Torres
en una escena de la obra de teatro
Don Juan Tenorio, de Zorrilla,
representada en el Teatro de la Comedia
Madrid en 1911

De la Vega en debate sobre la obra de Zorrilla, Don Juan Tenorio, frente a la visión de Pedro Ojeda y su entrada en el blog La Acequia ¿Cómo se enamora Don Juan? http://t.co/cSZPdMYKPE

DE LA VEGA
¿se enamora así?
ufa mi Señor,
no es todo lo que yo veo
pero me leeré el Tenorio.

DE LA VEGA
Pues mi querido don Pedro
yo le agradezco la entrada,
porque erudición versada
se tejía en el Tenorio,
como en la Acequia es notorio.

Y me gusta su mirada
que no pareciese errada
pues busca de amor el punto,
en proceso y su conjunto.
Yo igual pienso en este asunto
si cual zorrilla pensara.

Pero del todo no cala
ni imagino que desvele
ni en el "sofá" se revele
con décimas evohés
nuestro Juan a doña Inés
en choque de corazones;
pues jurar amor divino
en el contexto es cliché
no transforma al asesino
y como vino se fue.

Asumo en razón versada,
que el proceso fue complejo
y en barrica el vino viejo
buscó con tiempo la añada.

Le explicaré mis razones:

Ya Tenorio en la taberna
se las ve con tabernero
pues es hombre de tablero
que planea las jugadas,
al azar no deja nada,
mucho menos si hay en juego.

Todas las mujeres tuvo
según relata en su historia:
Pues los claustros escaló
la virtud escarneció
y así nada respetó
sin importarle la honra.
La inocencia conocía
y la inocencia deshonra.

Que fuese apuesto y galán
era menos en su haber
que su estricto proceder
para objetivos lograr.

Y lo que parece falta
al recuento de don Luis
planeado lo tenía,
así lo apuesta y lo exalta:
bien novicia conocía
junto a muchas más historias,
para soplarle la novia
al ingenuo de Mejía.

Don Juan amaba a don Juan
y es la victoria su gloria,
lograrla sólo su afán.

Muestra Tenorio el diploma
pero nunca el truco vil
mete en la trampa paloma
y enreda incluso al hostil.

Así con Inés, el lance
tiempo ha, que había empezado
con Celestina al cuidado
es novicia enamorada
y de la carne encelada
sin conocer a su amado.

Y tan gustosa es la argucia
que Don Juan se regocija
pues el morbo es pauta fija
de quien todo ya ha probado
confesando en verso a Brígida:
"Tan incentiva pintura
los sentidos me enajena,
y el alma ardiente me llena
de su insensata pasión.
Empezó por una apuesta,
siguió por un devaneo,
engendró luego un deseo,
y hoy me quema el corazón."

Mucho quemaba la brasa
que había él solo encendido
que cuando secuestra a Inés
(a la que advierte por carta)
planeado es que Gonzalo
Comendador y burlado
vaya a buscarle a su casa,
(plan de huida bien trazado)

También se ve que Zorrilla
tiene a Juan enamorado
no cabe que a Inés mancille
ni en balcón ni en dormitorio
ni en un minuto ni ciento
ni embarcarla hacia Sorrento
ni inventarse otro Tenorio
que no acabe en velatorio.

La pureza que intercambian
junto a novicia en su quinta
son en la pluma la tinta
que de platónico hielo
se deshacen en el cielo
y en humedales se empapan;
en Inés deprecación
que acaba con un ¡te adoro!
en don Juan depredación
que torna cabestro al toro
confesándose en su amor
con excesivo decoro.

Aunque en la manga una carta
prueba don Juan (el capado),
convencer a don Ulloa
de poder ser desposado
y acabar en boda y tarta,
con tal suerte perdonado;
consumar la barbacoa
o sino marchar a Italia.

Con todo "amor verdadero"
llegará cuando la deje
al huir del matadero
que su juego ha provocado.
En la pérdida macera
amor de amante frustrado.

Y si Inés de amor perece
por un Tenorio "sincero"
(que hasta Dios juzga ilusorio...
conociendo al mujeriego
que su palabra ha faltado)
don Juan no olvida el lucero
que sólo en su cielo brilla
por quien hincó la rodilla
por quien suplicó a los cielos
por quien tuvo sendos duelos
y virgen dejó en Sevilla,
que fuera paloma en mano
del burlador más humano
y el triunfo de un fracasado,
pues quiso tocar virtud
y le cegó su denuedo.

Sólo hallará plenitud
cuando prefiera morir
siendo en amor perdonado
y con ella andar al cielo
ganando a Satán la mano
como hubiera planeado
Zorrilla en don Juan Tenorio.

Suyo, Z+-----

DE LA VEGA
Yo sin embargo veo mucho antes y gradualmente la desdonjuanización, sin dejar de ser el maquiavélico Tenorio; desde que planea el enamoramiento de Inés y ella responde en palabras de terceros, cuando al fin la conoce en el convento, cuando desgasta el tiempo en gorjeos descriptivos en su quinta... pero será en la pérdida, cuando se termina enamorando locamente, porque en la quinta, no está enamorado de ella como para entregar su vida, al contrario mata y escapa, pues sigue siendo Tenorio, dejando atrás al don Juan y a Inés perdida.
Será en la distancia, cuando el único amor no consumado que tuvo le consume y decididamente se enamora totalmente (idealizando) y eso le trae los delirios, borrachera o los espíritus según juzguen creyentes o agnósticos, matando a su yo Don Juan y venciendo a Satanás como Tenorio para goce de Zorrilla.

DE LA VEGA
El Cielo es buena respuesta, ¿quién sino la culpa tenga?


DE LA VEGAjajaja, se empeña Señor Ojeda ¿culpando al Comendador? cuando el que incumplió palabra, defraudó clásico "amor", abandonó a Inés y mató con tiro cruel, fuese el infame Tenorio.
Válgame Dios por Zorrilla, valga Don Juan a Inesilla, pero ¿culpable Gonzalo por las culpas de Tenorio? no no, las suyas propias ya paga...
Así mi querido amigo, reconózcase vencido, aunque en su muro lo haga.

DE LA VEGA

Mi Señor Ojeda,
La Dueña ¿bromea acaso?
Brígida quizás político
pues se ofrece al vil mercado
mitad oro, resto criado.

Según teoría Ojedista
que disculpa a Don Tenorio
culpable ¿fue Don Mejía?
que en la taberna demuestra
no asumir que perdería
ni que le ganó Tenorio.

Así la apuesta se alarga
y en ella vuelve a perder
y la deshonra esta vez
se ceba en su propia novia,
escapa curiosamente
y se presenta en la quinta
forzando a un duelo a Don Juan
según Ojeda inocente
pues renuncia a la porfía
porque de amor fue tocado.
(olvidemos lo violado)
¡Culpable don Luis Mejía!
Ojeda hundido y ahogado


DE LA VEGA
No lo dudo, como consta en sus pasados análisis, por ejemplo

http://laacequia.blogspot.com.es/2012/11/un-punto-de-contricion.html
Lo que yo creo mi Señor Ojeda, es que se dejó llevar en este última relectura por el romanticismo (usted sabrá porqué y qué conste que me alegro) en las décimas más famosas de Zorrilla (qué el mismo autor consideró en posteriores relecturas una ida de olla).
Zorrilla, sabemos que ofreció una obra para los gustos de su tiempo, genial sin duda, pero que en mi opinión era contradictoria con el carácter del despiadado Tenorio, sobre el que Zorrilla no recrea nada nuevo o al menos cambios sustanciales, a pesar de sus monólogos.
Sí lo hace en el personaje de Inés, situando su arrebato amoroso en lo increíble, o peor, en patológico y sobrenatural.

Tirso que había condensado la psicopatía de Tenorio en una frase recurrente e irónica en "El burlador de Sevilla" cada vez que le sugieren que sus maldades las pagará tras la muerte, él replica con desdén: -¡qué largo me lo fiáis!
Zorrilla evitará tal burla, pero los hechos y crímenes de Tenorio son brutales, su desdén igual.
Don Juan no es tonto en la obra de Tirso y en los últimos segundos antes de morir, pide confesor y perdón "Deja que llame quien me confiese y absuelva" pero el fantasma pétreo de Gonzalo se lo niega "- No hay lugar, ya acuerdas tarde."

Zorrilla sin embargo, le salva sin confesor y en cuatro versos, y claro, no cuela, excepto que uno sea del Opus (y se lo ordenen) o sea del siglo XIX (y además beato); porque por mucho que haya macerado Don Juan el amor por Inés tras cinco años (donde la única penitencia parece que es un recuerdo -que le enloquece sólo tras ver su tumba, no antes- ya que no renunció fuera de Sevilla a su vida de excesos y sigue rico y presuntuoso)
O por mucha Inés enamorada del asesino de su padre, fantasmagórica, casta, pura, ingenua y terriblemente obsesionada en la sinceridad de un amor no demostrado, Tenorio no ha cambiado.
Lo único justo en la de Tirso y Zorrilla es que muere.
Lo cual en nuestros días, no es poca justicia, porque nuestros actuales Tenorios ni penan por justicia humana ni temen la divina (pues los confesores son amigotes) y saben que moriremos nosotros antes que ellos en cualquier lista de espera o sin oro para pagar por las pócimas.
Además mientras abusan solo repiten - ¡qué largo me lo fiáis!, en una sonora burla, que ya me duele, ya me duele.
FIN

15 Noviembre 2013

Los abusos donjuanescos

Comentaba (anteriormente) en la gustosa entrada sobre el teatro de Zorrilla del Señor Ojeda, reclamando yo, la justicia del Barroco cuando Tirso de Molina no permite que los abusos de Don Juan Tenorio queden impunes con una contrición en los últimos segundos. (Al contrario que sucede con el romántico Zorrilla)

Justo hace unas horas, en la Plaza con su nombre en Madrid, la de Tirso de Molina, los Tenorios que nos gobiernan y sus lacayos, abusan con nuevas leyes y directrices de casposo cuño franquista del más débil y artista.

Confiando ellos y las élites de librarse impunemente de cualquier culpa o irresponsabilidad presente o pasada, como se demuestra en procesos judiciales como el del Prestige, las muertes del Madrid Arena, el Ave de Santiago, el Metro de Valencia, la estafa Real en el caso Noos... o en extremis liberados por un resultado pasado o futuro en las urnas, si los datos macro-económicos más sus confesionarios mediáticos o votantes les absuelven.
Mientras, se ríen de nuestras protestas y advertencias, con desdén donjuanesco -¡qué largo me lo fiáis! (seguros de que la justicia es injusta y su impunidad sin límite)
Yo solo digo que a cada puerco le llega su San Martín, así que mejor que no se fíen.

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