Notas del autor (2009)

Leyendo el último post del Señor de la Vega, me pregunto, que sabor de boca dejaría si en el futuro alguien que me sepa o me conozca, con rostro y memoria, me leyera.

No me disgusta, el estilo, la poesía o los razonamientos que enarbola el espadachín ególatra que escribe y que maquina, pero me preocupa que se empeñe en mostrar únicamente una faceta del brillante universo, olvidándose de girar la gema.
Me sonrojo, al leer (tanto o mejor que sus entradas), los centenares de comentarios que hizo acompañando por meses sus visitas a balcones (blogs) ajenos, allí brilla su poesía con más gracia, la ironía con más desparpajo, la sabiduría con más humanidad, lo hermoso con extensión y cordura, a veces demasiada, pues cada razón esconde su erróneo y es bueno que dudemos, y antes que nada, primero de nosotros.
Y así a veces no le reconozco, de tanto que me asombra, admirado y enorgullecido de ser yo sus dedos y su alma.

Pero todo eso, de nuevo, parece que nublase mis pasos, mis placeres, lo amado, lo visto, lo gozado, porque apenas aparece mi mundo en el suyo, mis quereres en sus trazos.
Entiendo que él sea él y no yo, pero si en él me reconocen yo no me encuentro y lo rechazo, así amando sus palabras, le taparía la boca y le recluiría al ostracismo para siempre, porque no merece haber disfrutado de mis ojos.

Este año 2009, amanecí en Gascuña rodeado de amigos y ternura, las colinas se iluminaban sabrosas, cálidas de abrazos e inundadas de ocas y paseos, recuerdos recurrentes que miran unos brillantes pirineos, con aromas de Ordesa y en sus barrancos perfumaban a ella, cuando recorrerlos se convirtió en lujuria, meses más tarde, mañanas y tardes.

Los Dueros me llevaron al atlántico y solo eso recuperó mi Zorro en texto, quizás porque los castillos le armaron caballero y me debía un respiro o 'a palavra'.

Atravesé bajo el intenso sol, la nada tunecina, salada y muerta, para fundirme en los colores de mil rosas del desierto, el mar, la arena, la noche alunada en un chott que me llamaba y reclamaba para siempre, con luz láctea y silencios rasgados por mis huellas hundidas.
Sé que volveré a ser ruina de mi caligrafía nómada y me cubriré de dunas al buscar sus vientos. Porque hacer el amor mareando las estrellas mientras se reflejaban en el agua del oasis, es una forma de tocar el cielo en el polvo de la aireada arena y eso te erosiona la memoria y no se olvida.

Busqué entre las selvas de la amazonia el brillo en el iris del caimán, el ovillo gigante de la anaconda, el vuelo colibrí, el respirar del bufeo o la tarántula inmóvil en mi techo y mi memoria, lo hallé todo y lo perdí todo al alejarme, porque no soy quien para tenerlo, aunque allí la jungla engulló mi karma, ahora sé que soy parte de piraña y de tucán, de mono y de insecto, pero sobre todo de árbol entre millones y viendo ese infinito bosque más que nunca me encuentro, según sé que lo pierdo.

Observé la catarata romperse en espuma, el volcán rugir de tarde y de mañana, escupiendo sus humos y cenizas para que sobrevolasen el ecuador del mundo. Yo cruzaba el verdor y cargaba sus besos andinos, los de ella que amaba por mis ojos, los míos que encontraban sus cumbres, dejando que cascadas de pasión naciesen en sus miles de ríos.

Finalmente, mientras (según decías) te condenaba al ostracismo en las islas que tu llamaste del silencio, (silencio solo percibido por tortugas gigantes sin oído), yo me sumergía en las islas encantadas y me olvidaba que existías y eran, no tus palabras sino los piqueros azules quienes ocupaban mi mente, porque estaba viviendo entonces, no con esos pingüinos de la pixar, sino con otros que me rodeaban bajo el agua, y no con leones neoyorquinos, sino con decenas de marinos que jugaban a observar como en mi torpeza buceaba buscando el martillo en la cabeza del escualo y la felicidad en la mía.

Mi año no acaba en soledad ni en amargura, son más los recuerdos deliciosos, de crecimiento en el cariño, de explosiones pasionales y únicas, que los fríos que proclamas con tu sentido verso, quizás, si hubieses de verdad paseado en mi noche bajo cero, en lugar de componer tus rimas al ritmo de mi paso, hubieras disfrutado del gozo del paseo, cuando llegando a ninguna parte se convierte en empezar desde cualquiera, porque cualquier lugar es bueno para dejar que te acompañen, si en lugar de cerrar el puño abres la palma.

Suerte para este 2010 Señor Zorro, placer en leerlo De la Vega e igualmente a sus lectores.

Feliz noche a todos, feliz año al resto.

Jesús

Nota: ya subiré aquí tus propias fotografías, a ver si así al descubierto, dejas de quejarte.
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