irreconocibles

Soy el ser más inteligente que conozco.

Y que no se asuste nadie, que no es presunción, sino ignorancia reflexiva.

Ya que dudaría en admitir que me conozca a mí mismo, aunque sí puedo confirmar, desconocer a los otros.

Podría afirmar igualmente lo contrario, sobre mi estupidez, y estaría en las mismas. 

Pero hoy escribo sobre la capacidad intelectual, de lo que conozco.

Y a ustedes, no les conozco.

No sé quiénes son esos seres que desean la muerte o el sufrir del otro. Y que ni les importa o lo justifican porque no ven a esos otros como sus otros, tan sólo a si mismos en el lugar de la muerte del que se niegan a ver, asumiendo ser no vistos igualmente por el otro.

Yo no les conozco, pero no les deseo lo mismo, porque soy inteligente 

Yo no les conozco en su defensa inhumana de su humanidad; nada humano o reconocible resultará de eso; yo no les conozco, y tampoco a los que les precedieron.

Yo no les conozco, pero no les deseo lo mismo, porque soy inteligente, el más inteligente que conozco y feliz de conocerme.

Pero muy triste en mi asombro, porque los irreconocibles mandan y no los conoce nadie que yo conozca.